Las metodologías ágiles son una serie de técnicas para la gestión de proyectos que han surgido como contraposición a los métodos clásicos de gestión. Las metodologías ágiles surgieron en el ámbito del desarrollo de software, pero gracias a su utilidad, han podido ser aplicadas a otro tipo de proyectos.
Existe una serie de principios, llamada el manifiesto ágil; toda metodología que se considere ágil debe de cumplir con este manifiesto, que estipula 4 principios:
- Los individuos y su interacción, por encima de los procesos y las herramientas.
- El software que funciona, frente a la documentación exhaustiva.
- La colaboración con el cliente, por encima de la negociación contractual.
- La respuesta al cambio, por encima del seguimiento de un plan.
Las metodologías ágiles generan documentación estratégica y control sobre el proyecto, esto se debe a que minimiza el impacto de las tareas que no son totalmente imprescindibles para conseguir el objetivo del proyecto. Las metodologías ágiles pretenden aumentar la eficiencia de las personas involucradas en el proyecto y es por ello que logramos como resultado minimizar costos.
Las metodologías ágiles no son mejores que las tradicionales y viceversa, dependiendo del tipo de proyecto, se sugiere la implementación de tradicionales o ágiles, e inclusive hasta combinando ambas metodologías, puede existir una solución más precisa.